Viernes 12 de julio de 2019
Es al orar cuando nuestros ojos reconocen en la fe el paso de Dios por nuestra vida como los de Emaus. Orar es estrenar cada día el alma. Sin vida de oración no existe interioridad y tenemos el peligro de instalarnos en el sin sentido de la vida en no sacar todo el sabor y todos los ingredientes para vivir nuestra vocación desde la fe la esperanza y la caridad.
Es al orar donde crecemos por dentro y renovamos en el encuentro diario el amor a Cristo.
Sin vida de oración nos podemos convertir en funcionarios de lo religioso, en estar superficialmente sin poner alma vida y corazón en lo que creemos y vivimos. Sin oración pronto nos convertiremos en altavoces no convincente de una amor que se nos entrega para darlo y que sin embargo nos entretenemos en cuatro cosas y dificultades que nos impiden crecer por dentro para servir por fuera.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria Cáceres