viernes, 7 de junio de 2019

HOMILIA DOMINGO DE PENTECOSTÉS. 9-6-2019


DOMINGO DE PENTECOSTES.



  Defensor, nos enseña y nos recuerda.

Jn 14.

                                                          
Como el gran fruto, el gran don de Cristo Resucitado, se llama el Espíritu Santo, Señor y dador de vida que celebramos en el último domingo de Pascua llamado Pentecostés. Tres palabras nos dice Jesús sobre el Espíritu Santo que recordamos siempre con inmenso agradecimiento pues la persona divina del Espíritu Santo tiene como misión formar en nosotros los sentimientos del Corazón de Cristo.

Primero, el Espíritu Santo es nuestro defensor. El otro abogado, que con Cristo ha derrotado al diablo que es el que nos acusaba de noche y de día dejándonos sin esperanza. Es el Espíritu Santo enviado por Jesús resucitado desde el seno del Padre el que nos defiende de las acechanzas del mundo, del demonio y de la carne. Es un defensor de nuestros anhelos de misericordia. Con sus dones y frutos nos señala que el horizonte de la santidad es el objetivo de nuestro Bautismo. El único error que hay en la vida es no ser santo.

Segundo, nos recordará que el Amor del Señor es nuestra fuerza en nuestra pobreza y debilidad. Recordar el Amor de Dios el latido de su Corazón en todas las circunstancias de nuestra vida es encontrar el camino de la santidad, que no puede existir sin un Reconocimiento agradecido de tanto amor recibido. El Espíritu Santo es el recordatorio permanente de la historia de la salvación en nuestra vida. Ante una historia personal mal hecha por nuestros pecados él hace la historia de la salvación pues su Corazón misericordioso siempre escribe derecho con renglones torcidos.

 Por último el Espíritu Santo nos enseña con el don de sabiduría a saborear el Amor de Dios en nuestra existencia. Su enseñanza es humilde y discreta. Su Amor encantador. Propone sin imponer. Su enseñanza no es un jeroglífico sino su Amor desbordado a través del Corazón de Cristo. Sin las enseñanzas de su Amor misericordioso seria estéril nuestra vida y nuestro apostolado.

 Es necesario ser muy amigo del Espíritu Santo derramado en Pentecostés para vivir en la alegría, el amor y la Paz de quien siempre tiene abierto su Corazón.


+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres