Sábado 25 de mayo de 2019
Orar diariamente ni es fácil ni difícil es sencillamente necesario para vivir. El magisterio de la Iglesia en el Catecismo ha afirmado que todos estamos llamados a la oración por tanto a la vida mística de unión con Dios.
Es verdad que no es igual como ora un monje, una carmelita descalza que un misionero. Lo esencial no cambia el encuentro con el Corazón de Jesús que nos lanza a vivir la caridad.
Sin embargo está claro que si los que estamos viviendo en la vorágine del mundo quisieramos tener una oración de tranquilidad como los cartujos, probablemente vivamos una oración frustrante y al no ser la nuestra, sin futuro.
También el modelo de nuestra oración como para todos es la oración de Jesús. Un Jesús que reza por los caminos, abrumado en medio de la gente, agotado en la barca o llorando ante la tumba de su amigo.
Es nuestra oración , la oración de los que vivimos en la calle, en la familia, en el trabajo y en el barrio. Es la oración que conmueve el Corazón de Dios por nuestra pobreza y nuestra confianza. Es la oración cada día de dedicar un tiempo al Señor desde nuestros límites pero con la convicción de que solo vive en nosotros aquello que dedicamos tiempo.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria Cáceres