VII DOMINGO DE PASCUA DE LA
ASCENSION DEL SEÑOR.
SIGO CON VOSOTROS.
Lc 24, 46-53.
El texto de la Ascensión del Señor en Lucas destaca
que sube a los cielos bendiciéndonos. Se va pero se queda con nosotros hasta el
final de los tiempos. Invisible a nuestros ojos palpamos su cercanía y
presencia en todos los momentos de la vida. No podemos vivir ni un instante sin
Cristo. Su aparente ausencia es su mayor presencia que dicen los místicos.
Recogiendo el gran documento de Aparecida donde
fue clave el actual papa Francisco y a la luz de la Ascensión son tres claves
que se afirman en este domingo.
1. Cristo sigue vivo en su Iglesia. Sus pecado no le
han alejado de su esposa a la que ama con toda la ternura de su Corazón y que
ascendido al Padre, la Iglesia vive de la Trinidad. El lugar en ésta tierra del
encuentro con el Señor será siempre su Iglesia santa y pecadora.
2. Es la Eucaristía celebrada comulgada y adorada
donde se realiza a fondo, a corazón abierto con el Resucitado que ascendido a
los cielos, nos dice que estará siempre con nosotros hasta el final de los
tiempos. La Iglesia vive de Cristo resucitado en la Eucaristía y en torno a esa
mesa se crea la verdadera y autentica fraternidad.
3. Es la primacía de la Palabra de Dios donde late su
Corazón Redentor para la vida del mundo. Nuestro encuentro con Jesús vivo cada
día no puede prescindir de su Palabra. Esta Palabra que resuena en la liturgia
de cada día en el año litúrgico que es el latido del Corazón de Jesús en el
corazón de la Iglesia que vive de la liturgia.
4. El servicio a los que sufren, a los pobres, es el
lugar del encuentro con el Resucitado que nos hace descubrir el gozo y la
alegría de quien nos dice una y otra vez que lo que hagamos a uno de sus
hermanos pequeños se lo hemos hecho a Él y quedara para siempre tatuado en su
Corazón.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres