La manera más sencilla de
sentirse en casa es la adoración.
Postrado delante del
Absoluto experimento el latido de su corazón,
y, de rodillas,
contemplo su corazón Abierto
como mi patria.
Sencillamente, y aunque no
sienta nada,
delante de Él vivo en el
gozo de saber
que soy inmensamente amado
por Aquel
que se ha quedado, de noche
y día,
con nosotros hasta el final
de los tiempos,
como amigo que nunca falla