(En Cristo no
nos puede faltar la esperanza)
1. Si nos lo “creemos”
seremos capaces de anunciar a Jesucristo, fin de todo plan pastoral.
2. Facilitar el
encuentro de Cristo Vivo a las familias, a los jóvenes, a los que ya no se acercan,
es el resumen de todo.
3. Encontrarse
con Jesús vivo es el inicio de la conversión. Toda la vida será nuestra
asignatura pendiente.
4. Tenemos que
ofertar siempre que este encuentro que lleva a la conversión se realiza en la
Iglesia. Nada sin la familia de Dios que es la Iglesia.
5. La Iglesia, a
través de la celebración de los Sacramentos, de la escucha de la palabra, de la
oración y del servicio a los más pobres, vive y ayuda a vivir con los “sentimientos
de Cristo”, es decir, a ser un cristiano maduro en la fe, alegre en la
esperanza, fuerte en el amor.
6. Trabajar
juntos por la familia cristiana es invertir en el presente, en el futuro,
porque el más grave problema de nuestro tiempo es que se ha roto el canal a
través del cual se transmitía la fe en la Iglesia.
7. Los laicos
son ese gigante dormido que hay que despertar si queremos que el amor de Jesús
llegue hasta los últimos rincones de nuestra tierra y se transforme nuestro
mundo en justicia y paz.
8. Todos
aquellos para los que ya no cuenta para nada en sus vidas la Buena Noticia del
Evangelio son los destinatarios de nuestra misión evangelizadora.
9. Sólo el amor
caritativo hacia todos los sufrientes, hacia todos los necesitados, hará creíble
nuestra vida de cristianos.
10. Estamos
implicados todos: obispos, párrocos, sacerdotes, delegados, religiosos y
religiosas, vida consagrada, comunicadores, movimientos, laicos, hombres y
mujeres… y, entonces, lo haremos realidad en el corazón de nuestra gente,
Iglesia que camina.