lunes, 21 de octubre de 2013

Ser feliz. ¿Dónde está el secreto?



El Catecismo de la Iglesia Católica ha subrayado que la vocación de toda persona es la vocación a ser feliz. Una felicidad que es el anhelo de todo corazón humano. Una búsqueda de la felicidad que no es narcisista, porque la felicidad cuando a veces más se obsesiona uno con ella, menos se la encuentra. Pero cuando se busca amar y vivir “con los sentimientos de Cristo”, entonces la felicidad aparece como la sangre en la herida.
Es necesario volver una y otra vez al gozo de amar siempre para ser feliz.
Cuando amamos de veras, somos siempre felices. Este es el secreto. No hay otro. No se puede ser feliz al margen del Amor. Sólo nos entendemos y explicamos desde el Amor. Es el Amor el que nos lleva a vivir siempre en una felicidad que, como música de fondo, hace que nuestra vida sea vivida a tope y, sobre todo, llena del gozo de quien sabe que, cuando amamos de verdad, hemos encontrado el verdadero secreto y camino de la verdadera felicidad.
Existe un error al pensar que no se puede ser feliz si sufrimos. La realidad me dice que existen personas que no sufren nada y no son felices, mientras que existen personas que encuentran su verdadera felicidad en amar siempre, aunque tengan experiencia de dolor y sufrimiento. Recordemos a Santa Teresa que dice que: “con tan Buen Amigo todo se puede padecer”. Sólo en la medida en que nuestra vida se hace amor entregado, se hace felicidad lograda, aunque en el horizonte y en la realidad de nuestra vida siga existiendo el dolor.
Es necesario volver una y otra vez nuestra mirada al secreto de la felicidad, que se encuentra en el Amor y que en nosotros tiene un nombre: Jesús. Sólo el amor personal nos hace inmensamente felices y nos ayuda a hacer con gozo y alegría el seguimiento y la consecución del Amor de Jesús, que nos hace siempre inmensamente felices.
¿Te atreves?