Señor,
acércate
a nosotros,
que
estamos necesitados.
¿No
ves que sin tu auxilio perecemos?
Venimos
a ti
cuando
cae la noche en nuestros corazones,
porque
Tú nos has convencido.
El
Evangelio, a veces, es terrible,
pero
el Señor siempre viene,
al
final, en nuestro auxilio.
Ahora
que nuestros pasos son vacilantes,
acude,
Señor, en nuestra ayuda.
De
lo contrario, perecemos.
Amén.