Gracias,
Señor,
por
nacer.
Gracias,
más aún,
por
estar vivo.
Y
gracias, aún más,
por
quererme.
¿Qué
sería mi vida sin ti?
¿Dónde
acudir
si
Tú no estuvieras?
Cada
día, Señor,
estreno
la alegría
de
poder amarte.
Amén.