1. Sembraré mi
vida allí donde el Señor me ponga, sabiendo que se puede florecer en cualquier
lugar de la tierra.
2. Viviré “en
verdad” que es la manera más auténtica de ser humilde.
3. No pretenderé
grandezas, como dice el salmo, que superen mi capacidad.
4. Aceptaré los
reveses de la vida sabiendo que de todo puedo sacar siempre algo positivo.
5. Sabré que no
se puede ser humilde sin aceptar las humillaciones concretas de cada día.
6. Cuando crea
que es más provechoso callar que hablar, recorreré el camino del silencio como
una manera de humildad.
7. Nunca hablaré
detrás de nadie, como dice san Francisco, lo que pueda no decirle delante y con
amor.
8. No me
defenderé nunca sólo por mi provecho, y sí lo haré para defender a las personas
que me encuentro en mi camino.
9. Cantaré con
María, la humilde sierva del Señor, la predilección de Dios por los humildes y
sencillos.
10. Siempre
recordaré con Juan de la Cruz y santa Teresa, que la verdad padece pero no perece.