Acurrúcame,
Señor,
en
tus brazos inmensos,
en
la ternura de tu Corazón
para
encontrar la paz
en
el duro bregar
de
cada instante.
Acurrúcame,
Jesús mío,
cuando
llegue la tormenta,
cuando
arrecia el huracán,
cuando
nos cansamos
por
tanta fatiga
acumulada
Acurrucarnos
siempre, Señor,
en
la palma de tus manos
haciendo
nido en tu interior
para
sentirnos seguros
cuando
cae la noche.
Amén.