Me
preguntan mis hermanos,
me
dice la gente de la calle,
me
interrogan los de cerca,
se
preguntan muchos que están lejos:
¿Dónde
se encuentra tu felicidad?
Y
respondo sencillamente
con
la fuerza de todos los vientos:
la
culpa de mi felicidad
es
haberte conocido, Señor.
Tu
vida es un gozo cada día,
no
lo cambio por nada del mundo.
Amén.