viernes, 26 de julio de 2019

HOMILIA DOMINGO XVII T.O. 28-07-2019


DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO



 PEDID

 Lc 11, 1-13.


Después de no acertadas interpretaciones, la oración de petición hoy como siempre ha vuelto a situarse en verdad en su lugar como oración plenamente evangélica. Escuché alguna vez a algunos pensando que habían descubierto el Mediterráneo, mi oración es solo de alabanza y agradecimiento, pero no pido nada porque Dios sabe lo que necesito mejor que yo. ¡¡Claro que lo sabe!!, pero no lo sabe por ti, si tú no te presentas con un corazón necesitado.

Si Benedicto XVI hablaba de Dios, como el que mendiga nuestro amor, también cada uno de nosotros debe ser mendigo del amor de Dios y de cada persona humana. El amor no se exige, se mendiga. La oración de petición que Jesús nos enseña en Lucas tiene tres pasos y se recoge en el Padrenuestro.

El primer paso es la afirmación de orar a un Padre Bueno, que nos quiere y que quiere que le pidamos...pedid y se os dará. Solo viven la oración de petición aquellos que han saboreado la paternidad de un Dios que nos quiere con locura y que desea para cada uno de nosotros lo mejor.

Segundo, si no nos sentimos necesitados, no somos pobres y por tanto nos situamos delante del Señor, ricos y con la satisfacción del que no se abre a recibir porque lo tiene todo y no necesita ni de Dios ni de nadie. Solo piden de verdad los pobres, y los que viven abiertos a la Misericordia de Dios.

El último paso es la oración de petición que tiene su culminación en el Padrenuestro, es el que de verdad ora, desea y pide, el mendigo. Aquel que se abre porque se siente necesitado de todo. Como un niño pequeño que su única arma es el pedir, el llorar, el patalear, hasta que sus padres le dan lo que necesite.


Pedir, es exigencia de quien se sitúa delante de Dios y de la gente pobre  necesitado de la ternura de Dios. Solo abiertos a recibir, invocamos con nuestras manos la ayuda de un Padre, que es siempre Padre, y que se ha comprometido a concedernos aquello que necesitamos, si es para nuestro mayor bien y a mayor gloria de Dios.
                               
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres