DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO.
SEGUIR A LAS DURAS Y
MADURAS.
Lc 9, 51-62.
Seguir a
Jesús a las duras y maduras significa poner los ojos en quien tiene abierto el
Corazón y descubre que la recompensa de quien sigue a Cristo es el mismo
Cristo.
Tres son las claves que destaca Lucas para
hablar del seguimiento de Jesús y cuáles son las exigencias.
Primero,
deja que los muertos entierren a sus muertos. Es decir si quieres seguir al
Señor no te quedes en el pasado, en la nostalgia de quien vive en la tristeza de
lo que pasó, de lo que a veces nos cuesta enterrar a nuestros muertos, aquello
que no nos deja vivir en el hoy.
Segundo, el
no despedirse de los familiares, de los padres, en el fondo es no ser esclavo
de afectos que son desordenados y que no nos conducen a vivir en la entrega
total de la libertad de los hijos de Dios. El seguimiento de Jesús es una
radicalidad que no se puede anteponer nada, pero no nos hace personas sin
corazón y sin sentido común. Es necesario seguir a Jesús poniendo nuestros ojos
y corazón en lo que no tiene ni tendrá fecha de caducidad.
Por último
el Señor nos vuelve a insistir en no mirar atrás. En no quedarse en nuestras
propias fuerzas. El Señor no elige a los capaces sino que capacita a los que
elige. Crea un corazón nuevo. Nos invita a caminar sin mirar atrás, a tener
siempre la alegría de no vivir con un cadáver en el corazón, de aquellos que
siempre les pesa tanto el pasado y la vida, que no son capaces nunca de ponerse
en camino, en el seguimiento de Cristo Resucitado, y olvidarse lo que nos hace
languidecer sin esperanza.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres