Lunes 8 de abril de 2019
Orar cada día es estrenar un encuentro con Jesús que hacer arder el corazón de esperanza como los de Emaús. Cuando rezamos poco y mal se resiente la vida cristiana y nos falta como el aliento.
Llega un momento que nos damos cuenta que hemos perdido calado y profundidad. Nos mundanizamos a tiempo acelerado. Nos salen las agujetas del corazón que son las peores y entramos en la dinámica del desencanto y la queja.
El perder fuelle nos dice que entramos en zona de alto riesgo.
Es necesario el orar siempre y sin desfallecer porque es mucho lo que nos jugamos, nada mas y nada menos que la santidad, que el gozo de nuestra vocación.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria Cáceres