SEGUNDO
DOMINGO DE PASCUA.
JESUS
EN MEDIO.
Jn. 20, 19-31.
Solo poniendo a Jesús en medio de nuestra vida, de nuestra
familia, de nuestra comunidad renace la vida. Sin Jesús no hay salida,
seguiremos siendo cristianos de puertas cerradas por nuestros miedos e
incoherencias.
Tres son las claves de la transformación de los apóstoles por
la presencia viva de Jesús en medio. Primero es necesario estar unidos al
unísono con el Corazón de Jesús que nos hace caminar y madurar en una fe viva,
una esperanza cierta qué nos lanza a vivir de la caridad.
Es en el cenáculo donde con Jesús en la Eucaristía se pone en
medio de la comunidad de los apóstoles que heridos por el pecado y el escándalo
de la cruz deben recuperar la esperanza de que Dios sigue vivo y actuando
plenamente en nuestro mundo y nuestra tierra.
Segundo estar con la comunidad es no perderse las gracias
fraternales y comunitarias qué solo se reciben unidos en comunidad. Abierto a
los hermanos. Sembrando comunión pues siempre es infinitamente más lo que nos
une que lo que nos separa. Sembremos comunión y recogeremos fraternidad y vida
de justicia y santidad.
El cenáculo será
siempre para la Iglesia y para todos, el nacimiento a una vida nueva y entregada
como servicio a los más pobres y necesitados.
Por ultimo a los ocho días se presenta en medio y les muestra
las llagas de su cuerpo. Hablan de amor y vida entregada. Es necesario afirmar
en la fe que el Resucitado es el crucificado del viernes santo. Jesús nos
presenta su costado abierto como cantó el poeta. “El viene con tres heridas; la
del amor, la de la muerte y la de la vida”. Es necesario vivir el cenáculo para
salir a evangelizar, a decirle a cada persona que nos encontremos en nuestro
camino, tú eres precioso para Dios.
+ Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres