lunes, 16 de mayo de 2016

MISERICORDIA, ALEGRÍA, PERDÓN

MISERICORDIA, ALEGRÍA, PERDÓN


 El cardenal Madariaga ha dicho que las tres palabras claves del papa Francisco son continuamente repetidas: Misericordia, Alegría y Perdón. Ante el Año Jubilar de la Misericordia, el papa nos lanza a vivir estas tres claves de las que está tan necesitada nuestra gente. En esta Iglesia Diocesana nos viene de perlas el Jubileo de la Misericordia para impregnar toda la gracia sinodal de Misericordia, Alegría y Perdón.

1. Sin Misericordia, es decir, sin la mirada contemplativa al que tiene abierto el Corazón, no podemos también abrir nuestro corazón a los que viven encerrados y sin esperanza en sus propios pecados y mezquindades. Es preciso en la Iglesia y en la humanidad una cultura de la Misericordia según el Amor de Dios, que da siempre su Corazón y su ternura a los miserables. Sin Misericordia no existe conocimiento profundo y verdadero de Dios, y por otra parte, no se haría la pastoral que siempre reclama el corazón humano cuando sintoniza con el Corazón de Dios.

2. Transmitir la Alegría es el corazón mismo de la fe, que nace del Amor incondicional de Dios que nos ama intensamente con nuestros pecados y miserias y que, sin embargo, sigue apostando por nosotros, para que cumplamos los proyectos de su Corazón. La alegría del Evangelio se realiza cuando somos capaces de apostar por una vida cristiana encauzada desde nuestra pobreza y desde una llamada a curar las heridas de nuestra vida. Sin el Amor de Dios es imposible cambiar la vida, sería solo partiendo de nuestras propias fuerzas que tiene las horas contadas. Es necesario volver una y otra vez al gozo y la alegría de que el Señor nos amó primero y desea ardientemente que seamos “santos e irreprochables ante Él por el Amor”. Sin esa acogida del Amor de Cristo y sin ese lanzarnos por el camino de la confianza total, no será posible la alegría, que es siempre fruto del Espíritu Santo en nosotros por el amor (cfr. Gal. 5).

3. Perdón. El perdón es siempre el amor realizado. Lo decía el padre Lacordaire: “¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona. Una parroquia, una Iglesia Diocesana, una comunidad, si no acoge y vive el perdón, no sintoniza con el Corazón del Señor. Nuestra Iglesia Diocesana vive en pleno Sínodo, con grupos sinodales, que están trabajando mucho y bien.
Es necesario que nos creamos que caminamos juntos con Cristo para buscar, renovar y fortalecer la fe. Esto nos lleva a poner en el corazón de la comunidad diocesana el perdón. Si tenemos que reflexionar sobre las obras de Misericordia, ¿no es la mejor experiencia de la misericordia el perdón? Sin perdón, sin imitar la Misericordia del Señor, que siempre perdona, probablemente quedaremos estancados en la tristeza de no tener salida. La Iglesia que perdona es la Iglesia que vive con gozo las notas de la identidad del Amor del Corazón de Cristo.

+Francisco Cerro Chaves

   Obispo de Coria-Cáceres