MISERICORDIA,
ALEGRÍA, PERDÓN
El cardenal Madariaga ha dicho que las tres palabras claves
del papa Francisco son continuamente repetidas: Misericordia, Alegría y Perdón.
Ante el Año Jubilar de la Misericordia, el papa nos lanza a vivir estas tres
claves de las que está tan necesitada nuestra gente. En esta Iglesia Diocesana
nos viene de perlas el Jubileo de la Misericordia para impregnar toda la gracia
sinodal de Misericordia, Alegría y Perdón.
1. Sin Misericordia, es decir, sin la mirada contemplativa
al que tiene abierto el Corazón, no podemos también abrir nuestro corazón a los
que viven encerrados y sin esperanza en sus propios pecados y mezquindades. Es
preciso en la Iglesia y en la humanidad una cultura de la Misericordia según el
Amor de Dios, que da siempre su Corazón y su ternura a los miserables. Sin
Misericordia no existe conocimiento profundo y verdadero de Dios, y por otra
parte, no se haría la pastoral que siempre reclama el corazón humano cuando
sintoniza con el Corazón de Dios.
2. Transmitir la Alegría es el corazón mismo de la fe, que
nace del Amor incondicional de Dios que nos ama intensamente con nuestros
pecados y miserias y que, sin embargo, sigue apostando por nosotros, para que
cumplamos los proyectos de su Corazón. La alegría del Evangelio se realiza
cuando somos capaces de apostar por una vida cristiana encauzada desde nuestra
pobreza y desde una llamada a curar las heridas de nuestra vida. Sin el Amor de
Dios es imposible cambiar la vida, sería solo partiendo de nuestras propias
fuerzas que tiene las horas contadas. Es necesario volver una y otra vez al
gozo y la alegría de que el Señor nos amó primero y desea ardientemente que
seamos “santos e irreprochables ante Él por el Amor”. Sin esa acogida del Amor
de Cristo y sin ese lanzarnos por el camino de la confianza total, no será
posible la alegría, que es siempre fruto del Espíritu Santo en nosotros por el
amor (cfr. Gal. 5).
3. Perdón. El perdón es siempre el amor realizado. Lo decía
el padre Lacordaire: “¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser
feliz toda la vida? Perdona. Una parroquia, una Iglesia Diocesana, una
comunidad, si no acoge y vive el perdón, no sintoniza con el Corazón del Señor.
Nuestra Iglesia Diocesana vive en pleno Sínodo, con grupos sinodales, que están
trabajando mucho y bien.
Es necesario que nos creamos que caminamos juntos con
Cristo para buscar, renovar y fortalecer la fe. Esto nos lleva a poner en el
corazón de la comunidad diocesana el perdón. Si tenemos que reflexionar sobre
las obras de Misericordia, ¿no es la mejor experiencia de la misericordia el
perdón? Sin perdón, sin imitar la Misericordia del Señor, que siempre perdona,
probablemente quedaremos estancados en la tristeza de no tener salida. La
Iglesia que perdona es la Iglesia que vive con gozo las notas de la identidad
del Amor del Corazón de Cristo.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres