LOS
CATEQUISTAS, CANTORES DE LA MISERICORDIA DEL SEÑOR
En mis encuentros con todos
aquellos que desde el amor y la pura gratuidad entregan su vida, me encuentro
con los catequistas, hombres y mujeres que hacen una labor impagable. Desde una
profunda vivencia del Amor a Jesús, quieren transmitir la fe a los niños, a los
adolescentes, a los jóvenes, a las familias... y lo hacen con la fuerza de su
testimonio personal y de su entrega siempre generosa. Tienen que luchar para
hacer atractiva la catequesis ante muchos niños, adolescentes y jóvenes que
vienen a la catequesis sin ninguna motivación, tratando de ofrecerles lo mejor
que tienen y se dan al servicio del Evangelio y de la Iglesia. Muchas veces
incomprendidos por las exigencias de los padres o familiares que les gustaría
un cristianismo “a la carta”, donde las exigencias fuesen casi ninguna. Y sobre
todo, en vez de vibrar con saber que se le está dando lo mejor, que es Cristo,
a sus hijos, no colaboran, ni se hacen presentes, ni apoyan la labor del
catequista. Es verdad que muchos niños y padres y la misma comunidad parroquial
globalmente les apoyan, pero cuántos malos tragos, cuántos llantos contenidos,
cuánta quemazón ante los menosprecios de una labor realizada desde la gratuidad
absoluta y por Amor al Jesús de la Vida y a todos lo que quieren transmitirles
la fe, con la conciencia de que “perderse a Cristo es perderse lo mejor de la
vida”. He visto a catequistas en nuestros encuentros, convivencias, campamentos,
campos de trabajo, escuelas de formación, ejercicios espirituales, y todo para
ser más entregados y disponibles a los que catequizan. Desde aquí, como obispo,
os sigo animando a seguir realizando tan grande y hermosa labor de transmitir
la fe, de evangelizar. La Iglesia Diocesana, que vive con gozo estos momentos
del XIV Sínodo Diocesano, en el primer gran tema hablamos de la transmisión de
la fe a los niños, a todos. Vosotros tenéis una labor tan preciosa siempre, que
os estoy muy agradecido y quiero seguir contando con vosotros, y unidos a
vuestros párrocos y a toda la Iglesia Diocesana, con vuestra delegación y
delegado, os doy las gracias y cuento con vosotros para seguir siendo cantores
de la Misericordia del Señor.
Quiero terminar dedicando un
decálogo que escribí al terminar un encuentro con vosotros, los catequistas,
donde quise agradecer al Señor vuestro testimonio, vuestra preparación y sobre
todo vuestro amor gratuito. No cobráis NUNCA, más que cuando alguno os lo
agradece con una sonrisa... y yo quiero ser el primero:
1. Gracias por ser creyentes
en un mundo descreído.
2. Gracias por dedicar vuestro
tiempo y vida al “oficio” más clave: transmitir la fe en Jesús.
3. Gracias por estar ahí de un
modo sencillo.
4. Gracias por vuestra paciencia.
5. Gracias por no “tirar la
toalla”.
6. Gracias por creeros de
verdad lo que enseñáis.
7. Gracias porque a pesar de
las dudas, no os habéis quedado cruzados de brazos.
8. Gracias por ser “Cristos de
Misericordia”.
9. Gracias por hacer felices
dando a Jesús.
10. Gracias porque os he visto
dedicando lo mejor de vuestra vida a dar “razones para la esperanza”... y no
habéis exigido nada a cambio.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres