DE LA
SEVERIDAD DEL RIGOR A LA BRISA DE LA MISERICORDIA
La misericordia no consiste en
presentar a Dios como un “abuelo bonachón” que todo lo consiente y permite y
que no tiene otro objetivo que contentar al otro. La verdadera Misericordia es
aceptar incondicionalmente a la persona como es, pero tratar de que se acerque
lo más posible a lo que “debe ser”. Qué pensaríamos de un padre que queriendo
locamente a su hijo drogadicto no luchase por que saliese de ese infierno, para
vivir en la alegría de vivir a tope la vida sin el peligro sin salida de la
muerte que le ofrece la droga. La Misericordia del Señor es saber que nuestra
vida siempre tiene solución cuando se pone a Dios en el centro. ¿Cómo pasar del
rigorismo egoísta de los fariseos, donde todo consiste en cumplir con rigor la
ley, y no partir de la Misericordia que parte del Amor de Dios a cada uno de
nosotros? Tres son las claves que cada uno debe poner en práctica para vivir en
la auténtica Misericordia del Señor. 1. Creemos que somos amados misericordiosamente
por Jesús. Creer en la Misericordia es saber que somos incondicionalmente
amados por el Señor. No podemos transmitir Misericordia si no somos capaces de
amar también incondicionalmente a los que el Señor pone en nuestro camino. Si
queremos cantar las Misericordias del Señor tenemos que acogerlo en nuestras
vidas y saber que también cada uno de nosotros es tratado con misericordia y
que tenemos que hacer nosotros con los hermanos ese ejercicio de Misericordia.
2. Creer que cada persona es amada incondicionalmente por el Señor. Mi
experiencia me dice que cuando se vive como hijo de Dios se vive la
fraternidad, se vive como hermanos. Al revés también ocurre cuando se enfría la
fraternidad, el ser hermanos se enfría y entra en crisis la filiación, el vivir
como hijos. Creer que cada persona es amada incondicionalmente por Jesús es
recordarnos una y otra vez que este camino es dirección obligatoria, como
recordaba Juan Pablo II, no es mucho que nosotros amemos al hermano, al que
sabemos que el Señor ha entregado su vida y derramado su sangre. 3. Creer que
esta es la misión permanente de la Iglesia. ¿ Qué tenemos que hacer y vivir los
discípulos de Jesús en su Iglesia? La misión de la evangelización esencialmente
consiste en lo que dijeron los obispos reunidos con el papa con motivo del 25
aniversario del Vaticano II: Evangelizar es decirle a cada persona que te
encuentres en el camino que Dios le ama. Dios ha nacido, ha muerto, ha
resucitado por ti. Es muy corta la vida para vivir amargados. Es necesario vivir
la alegría que es el arma más fecunda de la evangelización. Cuando
evangelizamos con misericordia la alegría es la respuesta en el corazón humano.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres