jueves, 12 de mayo de 2016

DE LA SEVERIDAD DEL RIGOR A LA BRISA DE LA MISERICORDIA

DE LA SEVERIDAD DEL RIGOR A LA BRISA DE LA MISERICORDIA



La misericordia no consiste en presentar a Dios como un “abuelo bonachón” que todo lo consiente y permite y que no tiene otro objetivo que contentar al otro. La verdadera Misericordia es aceptar incondicionalmente a la persona como es, pero tratar de que se acerque lo más posible a lo que “debe ser”. Qué pensaríamos de un padre que queriendo locamente a su hijo drogadicto no luchase por que saliese de ese infierno, para vivir en la alegría de vivir a tope la vida sin el peligro sin salida de la muerte que le ofrece la droga. La Misericordia del Señor es saber que nuestra vida siempre tiene solución cuando se pone a Dios en el centro. ¿Cómo pasar del rigorismo egoísta de los fariseos, donde todo consiste en cumplir con rigor la ley, y no partir de la Misericordia que parte del Amor de Dios a cada uno de nosotros? Tres son las claves que cada uno debe poner en práctica para vivir en la auténtica Misericordia del Señor. 1. Creemos que somos amados misericordiosamente por Jesús. Creer en la Misericordia es saber que somos incondicionalmente amados por el Señor. No podemos transmitir Misericordia si no somos capaces de amar también incondicionalmente a los que el Señor pone en nuestro camino. Si queremos cantar las Misericordias del Señor tenemos que acogerlo en nuestras vidas y saber que también cada uno de nosotros es tratado con misericordia y que tenemos que hacer nosotros con los hermanos ese ejercicio de Misericordia. 2. Creer que cada persona es amada incondicionalmente por el Señor. Mi experiencia me dice que cuando se vive como hijo de Dios se vive la fraternidad, se vive como hermanos. Al revés también ocurre cuando se enfría la fraternidad, el ser hermanos se enfría y entra en crisis la filiación, el vivir como hijos. Creer que cada persona es amada incondicionalmente por Jesús es recordarnos una y otra vez que este camino es dirección obligatoria, como recordaba Juan Pablo II, no es mucho que nosotros amemos al hermano, al que sabemos que el Señor ha entregado su vida y derramado su sangre. 3. Creer que esta es la misión permanente de la Iglesia. ¿ Qué tenemos que hacer y vivir los discípulos de Jesús en su Iglesia? La misión de la evangelización esencialmente consiste en lo que dijeron los obispos reunidos con el papa con motivo del 25 aniversario del Vaticano II: Evangelizar es decirle a cada persona que te encuentres en el camino que Dios le ama. Dios ha nacido, ha muerto, ha resucitado por ti. Es muy corta la vida para vivir amargados. Es necesario vivir la alegría que es el arma más fecunda de la evangelización. Cuando evangelizamos con misericordia la alegría es la respuesta en el corazón humano.

+Francisco Cerro Chaves
   Obispo de Coria-Cáceres