lunes, 15 de junio de 2015

Morir de éxito

MORIR DE ÉXITO


El éxito no suele entrar en el lenguaje de Dios. ¿Qué es tener éxito? ¿En qué consiste no tenerlo? La tentación del éxito la tuvo Jesús cuando se le presentó la posibilidad en las tentaciones del desierto de elegir este camino de lo que se entiende por tener éxito en la vida. ¿Cómo podemos plantear la vida con éxito cuando seguimos al Crucificado-Resucitado? Cuando una persona se plantea su vida desde el éxito, que todo le salga bien, que todos aplaudan, se da casi siempre lo que dicen de morir de éxito. ¿Cuál es el verdadero planteamiento cristiano? Primero, es una vida en plenitud donde cuando uno lo identifica con el éxito surge enseguida la ansiedad: tengo que dar la talla, no puedo defraudar a los que están continuamente esperando que siga triunfando en mi trabajo, en mis proyectos. La verdad es que el éxito no llena nuestro corazón ni nos lleva a una vida plenamente feliz. Trata de que todos me aplaudan o me sigan, y reconozcan, y acaba volviéndose contra cada uno de nosotros. Segundo, la clave es la gratuidad. El fruto del éxito es un ahondar en la significación del sentido pleno. Cuando uno ahonda en la profundidad de la gratuidad su vida bebe de la verdadera fuente de la alegría y de la paz. Trabajamos para sembrar con el convencimiento de que el fruto llegará en su momento, a su tiempo. Nunca coincide la siembra con la cosecha. El mayor “éxito” es seguir en pié e ilusionado. El éxito cristiano está en la osadía de sembrar con esperanza. Muchos tienen éxito y no son fecundos. Muchos son fecundos y aparentemente el éxito es escaso. Entrar en el dinamismo de la confianza, no en el dinamismo, porque normalmente prevalece lo que piensan de nosotros y no es la plenitud de una vida verdadera desde Dios y el servicio gratuito, es beber en la fuente del descanso y de la paz. Nos agota el buscar triunfar, nos descansa el vivir desde nuestra realidad de pobreza sembrando en gratuidad. Cuanto más vivamos lo del Salmo: “Nuestro corazón no es ambicioso ni pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre”. Entrar en el único dinamismo de tener éxito acaba volviéndose contra nosotros, y muchas veces el precio es una tristeza de muerte, no la alegría de quien se sabe solo sembrador. Por último, la profunda humildad de vivir en la realidad de nuestra vida nos ayuda a no vivir ni con ansiedad ni con tristeza. El servicio solo transmite paz y alegría. El buscar el éxito el mayor inconveniente que tiene es que ya no estamos en la órbita evangélica, sino en la búsqueda con ansiedad de una y otra vez saciar las expectativas de lo que se espera de nosotros. Vivir en el amor de Dios es otra realidad, la del humilde y sencillo, que su trabajo es la siembra confiada y hasta donde llegamos.

† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres