DIOS TAMBIÉN PERDIÓ A SU HIJO
Cuando acababa de dar el
pésame a un matrimonio que había perdido
a su único hijo, me entró por dentro una profunda sensación
de incapacidad para decirles algo de consuelo.
Al
llegar, sin reproche, me preguntaron una y otra vez el porqué. ¿Dónde estaba
Dios en aquel accidente? ¡Le habían pedido tantas veces que lo cuidara! Mi
silencio se hizo oración y escucha por dentro. Os puedo asegurar que el dolor
nos hace más hermanos, más realistas, más comprensivos, más abiertos cuando se
vive con humildad. En el transcurso de la conversación se pacificó el corazón y se abrió a la
esperanza.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres