CON SANTA TERESA DE JESÚS REZAMOS POR LA VIDA
CONTEMPLATIVA
Nuestra Diócesis es rica en
vida contemplativa. En este Año de la Vida Consagrada, que miramos al Señor con
los ojos de Santa teresa en el V Centenario de su nacimiento y con nuestra
Iglesia que camina en Coria-Cáceres en el XIV Sínodo Diocesano, afrirmamos que
valoramos y pedimos por la vida contemplativa.
La Iglesia nos lo recuerda
en el domingo de la Santísima Trinidad, pero todos los días del año debemos
rezar por los contemplativos, hombres y mujeres que viven para el Señor, “para Vos
nací” y expresan con sus vidas que “sólo Dios basta”.
¿Qué
nos transmite la vida contemplativa?
1. Lo Absoluto de Dios. Olvidamos
con frecuencia que el Amor de Dios, ese
Amor olvidado, debe ser acogido por la humanidad, por la Iglesia para vivir
“sembrando claridades” y recordando que lo que dice San Agustín es una verdad
del anhelo y la nostalgia del corazón humano “nos has hecho, Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en Ti” ¿No es una realidad que nuestra sociedad no es una sociedad
equilibrada y “descansada” por el Amor? ¿No aflora en nuestra existencia
demasiada violencia interior que se manifiesta en lo exterior? La vida contemplativa subraya la primacía de
Dios, pero no os preocupéis que si es auténtico este amor a Dios nos lleva de
cabeza a la pregunta clave: Cuando llamamos a Dios Padre, El me responde:
¿Dónde está tu hermano?
2. Ser fecundo en el corazón.
Tenemos demasiado miedo en el interior y esto nos impide descubrir el rostro de
Dios y el grito de los pobres. Vivimos sin vivir. Pasamos sin enterarnos.
Cuando dejamos la vida la mayoría tiene la impresión de que no ha vivido nada. Se vive tan aprisa que
no se vive con mucho se malvive, se sobrevive. ¿Dónde reside el problema? Nos
falta silencio y oración. La vida contemplativa, nuestros monasterios son como
auténticos pulmones dentro de la Iglesia que hacen respirar la esperanza, nos
enseña a valorar la oración y el
silencio como lugar donde puede anidar y fructificar la presencia de Dios. Es
necesario recuperar espacios de silencio y de oración para vivir.
3. Apostar por la esperanza. Con Santa teresa de Jesús, con los
contemplativos aventuramos la vida con esperanza. Decía Magdalena Lebrell que
podemos vivir la vida como una partida de ajedrez donde todo está calculado
como un teorema donde los hechos se mueven al capricho del destino o como una
fiesta o como una aventura que desde el corazón de Dios nos abre a la
esperanza. Nuestro mundo superficial debe
descubrir que el horizonte de la esperanza se descubre cuando se vive
una profunda vida contemplativa. Thomas Merton decía que al mundo lo
soluciona un ejército de contemplativos
¿Te
apuntas? Gracias a la vida contemplativa
tan rica en la Iglesia, tan gozosa en nuestra Diócesis. Rezad por el Sínodo.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres