CALLES LLUVIOSAS DE JERUSALÉN
He rezado el Viacrucis bajo
una lluvia fría y suave, pero que empapa hasta los huesos. Caminar por
cualquier calle de una ciudad, en este caso Jerusalén, te lleva a vivir la vida
un poco a la intemperie y guarecido por la ternura de un paraguas abierto hasta
que pasan los chubascos de la vida.
Sigo meditando bajo la
lluvia el camino de la cruz. De pronto me he sentido conmovido y lleno de
esperanza. Allí en todas las calles de la vida su presencia sigue viva.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres