domingo, 18 de enero de 2015

EL P. LEOCADIO Y SU OBRA


YO CONFIESO QUE SIEMPRE ME CONMOVIÓ EL P. LEOCADIO Y SU OBRA



Cuando conocí la persona del P. Leocadio siempre me conmovió su persona, su vida, su capacidad de superar todas las dificultades. Le definiría como “un pastor con olor a oveja”, olor a caridad y olor a una profunda vida religiosa.
1. Un pastor con olor a ovejas, a pastores de nuestra querida Extremadura. Su vida transcurrió en las entrañas del pueblo sencillo extremeño. Allí donde le sembró el Amor de Dios, allí floreció. En las entrañas del mundo peor, del mundo de los pobres y humildes el Padre Leocadio olía a ovejas, a la gente sencilla a los que amó entrañablemente desde el Corazón de Cristo. No quiso puestos brillantes. No buscó “los puestos de honor en la sinagoga”. No quiso ser nadie. No quiso ser más que, como Santa María decía siempre un “Hágase” a todos los planes de Dios. No se echó atrás ante tanta noche oscura, porque llevaba dentro de sí la luz del Corazón de Cristo.   

2. Con olor a caridad. La caridad de Cristo le urge a servir a los más pobres. No quiere más que recorrer todas las periferias, a buscar a los que necesiten que alguien les ame mirándoles a los ojos. Su caridad fue impregnando su vida y contagió a sus hijos, que le vieron amando y sacando las fuerzas de sus profundos momentos de oración. Porque dedicó tiempo de oración, tuvo vida de oración. Su olor a caridad la contempló el pueblo sencillo que ya lo canonizó en su corazón. Verdaderamente no dejó indiferente a nadie porque su vida estuvo siempre tejida del Amor del Corazón de Cristo. El olor a caridad se percibe siempre cuando alguien entrega su vida.
3. Con olor a vida consagrada. El Padre Leocadio vivió la vida religiosa con toda la fuerza de su corazón. Fue un religioso como la copa de un pino. Mejor dicho, cercano a San Pedro de Alcántara “como raíces de árboles”. Su pobreza extrema a veces le dio la libertad de ser un profeta de la ternura del Amor de Dios. Su castidad le abrió a la fecundidad porque amó sin poseer, amó hasta el extremo en Cristo Vivo. Su obediencia al Papa, a los Obispos, a los Superiores le dió alas de un amor inmensamente libre y a la vez capaz de transformar las dificultades en oportunidad para crecer.


El Padre Leocadio sigue siendo un referente para pastores y para la Vida Religiosa, no porque él pretendiera enseñar nada, sencillamente porque sabía, como todos los hombres y mujeres que han seguido a Cristo, que sólo la vida conmueve y convence. Yo así he vivido con el Padre Leocadio que hace 25 años que murió.
+ FRANCISCO CERRO CHAVES
Obispo de Coria-Cáceres