viernes, 10 de octubre de 2014

Venid a mi



Te prometí mil veces seguirte sin desfallecer y un millón de veces te negué. A lo largo de mi vida voy experimentando mi pequeñez, lo poco que soy. Un día te escuché decir que viniera a Ti… Yo me encontraba agobiado.
Tú me dijiste al oído: levántate y anda… Desde entonces, aprendí a confiar más en tu fuerza que en mis méritos propios y… todo cambió.
Acudo a Ti siempre, sabiendo que puedo ir hacia Ti con la confianza de que jamás seré rechazado.
Hoy mi vida ha cambiado por completo, pues Tú eres mi alivio al que puedo acudir cuando estoy “cansado y agobiado”.