Alegría, porque
alguien, desde niño, nos enseñó a descubrir los tesoros más preciosos: Dios,
Jesús, los sacramentos, la Iglesia...
Alegría también,
al recordar hoy la vida de los misioneros. Con sus vidas están escribiendo una
de las páginas más bellas de la Iglesia. Ante nosotros están vivos e
interpelantes los testimonios de los
hermanos de San Juan de Dios, fallecidos recientemente a causa del ébola. El amor a los pobres y a los enfermos les
llevó a inmolar sus propias vidas. “Nadie tiene amor más grande que aquel que
da la vida por aquellos a quienes ama”.
Ahí están los
más de 13.000 misioneros españoles, extendidos por todos los continentes,
muchos de ellos padeciendo todo tipo de sufrimientos. La experiencia del amor de Jesucristo les
lleva a recorrer caminos para ir al encuentro de los pobres, aportando a la
humanidad sufriente: pan para el cuerpo y la paz del Señor resucitado para el
alma.
Cada uno de
ellos, a través de su presencia samaritana, es fuente de alegría en los
poblados, barriadas y periferias del mundo.
La misión no es
una parte o un adorno de sus vidas, sino la única dimensión, el verdadero amor y
motor de su existencia.
En esta jornada
os invito a repasar la historia de aquellos que han partido de nuestros pueblos
o arciprestazgos. Son preciosas biografías que invitan a la conversión, al
encuentro con Jesucristo, a reavivar la llama de la fe y al gozo de compartir
la alegría del evangelio. Para nuestros niños y jóvenes, son preciosos
referentes, ante las tentaciones de una sociedad que tiende a vaciarles el
alma.
El papa
Francisco decía en una de sus audiencias: “Quiero recordar la vida heroica de
tantos y tantos misioneros y misioneras que han dejado su patria para anunciar
el Evangelio en otros países, en otros continentes…” Recordaba el testimonio de un
cardenal brasileño, quien al contemplar la tumba de los misioneros, decía: “todos
estos pueden ser canonizados ahora mismo”. Y concluía el papa: “Demos
gracias al Señor porque nuestra Iglesia tiene tantos misioneros, ha tenido
tantas misioneras, ¡y todavía tiene necesidad de ellos! Quizá entre tantos jóvenes, chicos y chicas
que están aquí, alguno tenga ganas de hacerse misionero, ¡que siga adelante!.
En esta jornada contemplamos a los niños recorriendo alegres las calles, con las huchas del Domund. Lo hacen
emocionados y felices al
tener la oportunidad de ayudar a los misioneros. La colaboración
económica generosa expresa nuestra ofrenda
personal y el compromiso con la
evangelización del mundo. Un acontecimiento que incluye el establecimiento de condiciones dignas para la vida de todos los hombres.
Os invito a participar y disfrutar
de la hondura y belleza del anuncio del evangelio. Lo hago recordando las
palabras del Papa: "La misión es el corazón
del pueblo, no es una parte de mi vida o un adorno que me puedo quitar...Es
algo que no puedo arrancar de mi si no quiero destruirme.
Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy
en este mundo".
+ Francisco Cerro Chaves,
Obispo de Coria-Cáceres