Llego tarde, mi Dios,
y me
cansé de esperar.
Todas las noches la misma rutina,
todos
los días las mismas mentiras.
Ya no es lo mismo
como
cuando se empieza.
Entonces mi familia
era reamente un hogar:
los niños alegraban
y
éramos felices.
Es curioso, pero el amor
se puede enfriar cuando no se alimenta,
como
se acaba el fuego del hogar.
Pero aún vivo en la esperanza.
Sé que todo se puede solucionar.
Desconfío de nuestras fuerzas;
tampoco tengo seguridad
en
nuestra ideas geniales.
Sólo tú, sólo unidos a ti
como los sarmientos a la vid,
podremos construir
lo que parece que está perdido.
Amén.