martes, 8 de abril de 2014

Alcuéscar


El encuentro con los Esclavos de María y de los Pobres en aquella tarde, con todos los residentes, sus carros, sus limitaciones y, sobre todo, la inmensa bondad de los hermanos y voluntarios, me hizo descubrir que lo esencial es la caridad.
La caridad no es un añadido a nuestro ser de cristiano, sino que está en el corazón y en el centro de la vida cristiana, por eso todos aquellos que entregan su vida al servicio de los necesitados, como experimenté aquella tarde, tienen la alegría del amor ofrecido incansablemente.