Tienes que descubrir que solo
en la Adoración,
de noche y de día,
se fragua la Unidad
verdadera
de los que seguimos a Jesús.
Llevamos en el corazón
todos los deseos y anhelos
de la Iglesia que,
delante del Señor expuesto,
se los presentamos una y
otra vez
porque sabemos que al Señor le
conmueve
nuestra profunda pobreza