Confío en Ti siempre,
en todas las oscuridades,
en todos los días grises,
en todas las rutinas de la
vida.
Te puedo asegurar
que eres lo mejor de mi
vida.
Contigo, Señor,
he aprendido a caminar y
aunque “camine por valles
oscuros,
nada temo,
tu vara y tu cayado me
sosiegan”.
Amén.