lunes, 24 de febrero de 2014

El Corazón de Jesús y el Espíritu Santo



El Espíritu Santo formó en el seno purísimo de la virgen la humanidad de Cristo. El Espíritu Santo es el artífice que ha moldeado “los sentimientos” de su Corazón.
Es el Espíritu Santo, que tuvo la misión de formar al Corazón de Cristo cuando se encarnó en el seno de la Virgen, el que ahora también tiene como misión en nosotros formar el Amor que nos lleve a entregar la vida, como le movió a Jesús. Sin el Espíritu Santo se colapsaría la vida espiritual. Sin el Amor y la fuerza de esta tercera persona divina, no hubiese sido posible la encarnación redentora.
Es el Espíritu Santo el que nos lleva a vivir la vida desde el Corazón del Señor, Sin ese Don—Espíritu, la vida de un cristiano acabaría en una profunda esterilidad.
Sólo en la medida en que entregamos la vida, movidos por el Espíritu Santo, es como vamos teniendo y somos poseedores de ese mismo Amor que le llevó a Jesús a entregar la vida por la Redención del mundo.