Jesús
estaba radiante.
Tenía
el gozo del Espíritu Santo
y dio
gracias al Padre.
Saber
agradecer es vivir a tope.
Pasar
por esta vida sin un “gracias” es no vivir.
Jesús
tenía su Corazón lleno de amor.
Su
Corazón estalla en sinfonía de agradecimientos.
Así
tiene que ser nuestro corazón…
un
océano habitado de acción de gracias.
Pasar
por esta vida estando agradecido
de tanto
como hemos recibido.
¿Por
qué nos quejamos
cuando
hemos recibido tanto?
Te
doy gracias, Señor,
porque
has estado conmigo siempre.
Contigo
la vida es más vida
y
sabe más a ternura y amor.