Siempre que me hundo
en el camino duro de la
vida,
siempre estás tú ahí,
alentando mi esperanza.
Cuando se me cierran mil
ventanas,
las puertas de tu Corazón
siguen
siempre abiertas de par en
par,
de noche y de día.
Cuando el agua de la vida
se vuelve turbia
me haces saber esperar,
con el convencimiento
de que volverá a ser pura
y transparente.
Amén.