El gran descubrimiento de la vida cristiana es que Jesús está vivo. El cristianismo no es
una ideología, es una Persona Viva: Jesús, que nos ha revelado el amor del
Padre y nos ha dado el Espíritu Santo, Señor
y dador de vida. Al entrar en contacto con la persona de Jesús, poco a
poco, Él te va descubriendo los secretos de su Corazón. Te va haciendo vibrar
con su amistad. Él está vivo y te hace vivir a tope. Sin Cristo el alma muere
de tristeza.
La clave del descubrimiento de Jesús, que tiene el
Corazón abierto, es que Él nos ofrece incansablemente su amistad. Jesús es Amigo y nos ofrece su amistad.
Cuenta Jacques Loew, dominico que trabajó como sacerdote obrero en los muelles
de Marsella y que tuvo charlas en la televisión francesa, que un día se le
presentó una chica de Marsella, le miró fijamente y le dijo: Que sepa, padre, que yo hablo con Jesús de
tú a tú. Jacques Loew le contestó: Pobrecita,
decir que habla con Jesús de tú a tú, cuando con Jesús se habla de amigo a
amigo.
El Corazón de Jesús siempre ha potenciado la amistad Si
Jesucristo vive es para ofrecernos incansablemente su amistad. Él es amigo que
nunca falla, que no falta nunca a nuestras citas.
Jesucristo vive como amigo. Su vida es transmitir amistad. Su Corazón es de amigo. Quizás el
gran peligro que siempre surge en la vida cristiana es el de alejar a Dios de la
vida, de los hombres, de nuestra tierra. Algunos, al contemplar a Jesús, se
olvidan de su humanidad. Incluso cuando hablan de que hoy resucitado está vivo,
parece que evaporan su humanidad.
Presentan a Jesús, su Corazón, sin un corazón como el nuestro… al que le puedo
hablar como amigo. Jesucristo, de
Corazón vivo, nos habla de que es verdaderamente Dios y hombre y, como
hombre, tiene un Corazón que late de amor, que está vivo y que nunca está lejos
de los dramas, de los gozos y las esperanzas de los hombres.
Es amigo siempre.