martes, 15 de octubre de 2013

Tentaciones en el desierto



(Orar con Mt. 4, 1-11)
Fuiste llevado, Señor, por el Espíritu al desierto par ser tentado, pero no pudo el enemigo contigo. Tú eres siempre el vencedor, porque eres humilde y la humildad siempre vence.
Cuántas veces en la tentación me siento indefenso, porque yo tengo deseos de riqueza, amo la vanidad y me gusta el camino fácil. Pero Tú me vas enseñando que el camino de la verdadera vida lleva tu nombre.
Algunas veces, en cuanto me encuentro mal y parece que a tentación gana terreno, me acuerdo de Ti y sé que en Ti está la fuerza para vencer, aún sabiendo de mi debilidad y pobreza.