He
recorrido caminos
que
me prometieron llenos de rosas
para
acabar con los pies sangrando
de
tantas espinas encontradas.
He
buscado con ansia y sed
los
paraísos que me prometieron
y he
visto con estos ojos
que
todo era una mentira
tejida
de olor a tristeza.
Me
habían dicho que detrás de todos
los
telones de acero
galopaba
una sociedad nueva y justa
y
solo he visto miseria
y
tristeza acumulada de años.
Por
último me dijeron
que
prescindiendo de Dios
se
evitaban todas las contiendas humanas,
y de
pronto descubrí Auschwitz,
Archipiélago
Gulag y Dachau,
heridos
por un mundo sin Dios,
y
tanto fue así que decidí,
como
hijo pródigo, volver a casa
recordando
lo que me decía mi madre:
“Hijo
mío, como en la propia casa, en ningún sitio”
Y
descubrí que mi Hogar eres Tú,
Jesús
de Corazón abierto.
Aquí
vivo feliz.
Amén.