Llegaste silbando una canción. Te
acercaste, como siempre, a mi vida con Buen Pastor y fue increíble.
¿Quién lo iba a pensar? Tú estabas allí,
cargando con todas mis deficiencias; ayudando en todos mis fracasos; curando
todas mis heridas. Todavía lo recuerdo.
Han pasado los años y siempre estás Tú
presente en todos los momentos de mi vida y cuando creo que voy solo, escucho
silbar una canción, como aquélla tarde.