A
veces, Señor,
se
escucha en nuestro mundo
con
demasiada frecuencia
el
ruido de las bombas…
y me
cuesta creer.
A
veces, Señor,
son
demasiados los niños esclavizados
con
todo tipo de cadenas…
y me
cuesta creer.
A
veces, Señor,
son muchas
las mujeres explotadas
por
una sociedad injusta…
y me
cuesta creer.
Por
eso te pido
que
aumentes mi poquita fe
para
comprender, así,
que
me has dado las manos
para
que surjan palomas de la paz,
y la
boca para gritar,
y
los pies para caminar en tu nombre
hacia
la casa de los que nadie quiere.
Amén.