1. No huir de la
cruz.
2. Aceptar como
se puedan todas las cruces de la vida.
3. No tratar
nunca de comprender.
4. No saborear
la cruz por la cruz.
5. La cruz es el
camino, pero el destino es la resurrección y la vida.
6. Comprender
siempre al que tiene la cruz.
7. Llevarla como
“a lo tonto”, es decir, sin ser demasiado protagonista.
8. Comprender
que se pueden tener cruces y ser inmensamente feliz.
9. No aburrir
demasiado a la gente hablándole de mis cruces, aunque tenga derecho a
desahogarme.
10. Cuando nos
visita la cruz siempre entramos en crisis: recuerda a los de Emaús (Lc. 24).