(1 Cor 13, 1-3)
Pero es que nada,
nada.
Sin amor no se puede
construir. Sin amor, la vida se convierte en algo triste y aburrido.
Cuando llegaste Tú,
Señor, a mi vida, descubrí y experimenté el Amor. Era como si de pronto se
despertase en mí, gran cantidad de cosas que llevaba dormidas en mi interior.
Tú resucitaste el cadáver que arrastraba desde hace años en mi corazón.
Ahora sé, Señor, que
verdaderamente eres Tú la fuente del Amor.
Ahora vivo en el
conocimiento de que el amor no pasa nunca, porque la fuente es el mismo Dios, “porque
Dios es Amor” y experimento un gozo inmenso, porque sé que sin amor no soy
nada. Pero sé que la fuente del amor jamás se secará.