Caminaban
con todos los decepcionados de la vida, con la palabra que expresaba el
cansancio de la cruz: “Nosotros esperábamos”.
Habían
salido del cenáculo. Habían perdido el norte. Llevaban el drama del Calvario,
pero no se habían encontrado con el Resucitado.
De
pronto, al caer la tarde, el Señor les abrió los ojos para que descubrieran que
“”era necesario”. Es verdad que todo cambia de perspectiva cuando en el camino
de la vida el Señor nos acompaña y le descubrimos Vivo y Resucitado en todos
los momentos de la vida.
La
clave está en que en la mesa de la Eucaristía Cristo sigue “estallando” su
Espíritu Santo en nuestros ojos sin luz, para descubrirle en el camino de la
vida.