Año de edición: 1983
ISBN: 978-84-398-0898-5
Cruz
y alegría
El Espíritu Santo derrama sus dones sobre
los creyentes como Él quiere. Cuando Él quiere. “Dios en tus dones espléndido”.
No está limitado por la edad o el tiempo. Puede desbordar todas las medidas.
Nos dio un ejemplo en su humanidad cuando desconcertó a los maestros de
Jerusalén a sus doce años.
En torno a esta edad de preadolescente Dios
quiso volcarse sobre Mª Sagrario
Fernández Jiménez. Una niña toledana como las de su edad, pero distinta de
las demás. La madurez de su vida espiritual iba muy por delante de su
desarrollo humano. No se trataba de una precocidad llamativa o de cara a la
galería. Era una vida muy sencilla y evangélica. Sin darle importancia. Estaba
muy lejos de dejarse fascinar por las tentaciones del desierto: convertir las
piedras en panes, volar desde el pináculo del templo… (Mt. 4).
La clave de esta personalidad cristiana de
Sagrario hay que buscarla en haber sabido conjuntar la cruz de su enfermedad
cancerosa con una alegría contagiosa. Estaba muy por encima de lo estoico o
dolorista. “Aprendió sufriendo a obedecer”, a acatar la voluntad de Dios dentro
de la “espesura de la cruz”.
Dios cuenta con la colaboración de sus hijos
y de su Iglesia para ir realizando su Reino en cada miembro del Pueblo de Dios.
Por una parte es invisible (“está dentro de vosotros”). Por otra parte necesita
de manifestaciones externas. San Pablo aplica a este Reino de Dios en las comunidades
cristianas evangelizadas por él, tres etapas de desarrollo: plantar, regar y
crecer. La familia Fernández/Jiménez recibió de
Dios esta “planta” amorosa” en la primavera del año 66, cuando la
liturgia celebra su tiempo pascual.
Para el nacimiento cristiano de su hija los
padres escogieron la Fiesta de Pentecostés. Era muy querida esta fiesta para la
militancia de la Acción Católica, en la cual participaban ambos esposos. Yo
tuve el gozo de actuar como ministro del Bautismo a la sombra de la Patrona de
Toledo, Nuestra Señora del Sagrario. Era el primer riego de savia sobrenatural
con que la Santa Madre Iglesia hacía fructificar esta planta recién nacida. La
familia, como Iglesia en pequeño, acunaba día y noche el desarrollo de su hija,
hija también de Dios.
La plantación pentecostal del Bautismo sería
completada luego con la Confirmación y la participación en la Eucaristía. Nueva
savia sacramental de la iniciación cristiana, que luego irá madurando por la
simbiosis del clima religioso de la familia, el colegio y la parroquia. Así,
tan calladamente actúa el Espíritu en el interior de las almas. Este
crecimiento es obra preferente de Dios, origen y autor de toda vida.
“Es bueno cantar en las puertas de Sión las
maravillas de Dios”. En las páginas que siguen tenemos la semblanza humana y
cristiana de Mª Sagrario. Los datos
están aportados por testigos directos y por una colección de escritos
autobiográficos, muy a tono con su edad y su formación. Junto a la cruz, nunca
falta la alegría y la esperanza de sobrevivir, siempre condicionada a la
voluntad de Dios.
La pluma experta de un sacerdote joven y
dinámico, D. Francisco Cerro, de la parroquia de San Nicolás a la que perteneció
Mª Sagrario, ha sabido conjuntar todos los datos dándonos una semblanza amena e
instructiva. Será de gran provecho para toda la familia cristiana, y más en
especial para la juventud. Así se lo pido al Señor.
Toledo,
22 de febrero de 1983
IV
Aniversario de su muerte
+
Ireneo García Alonso
Obispo
dimisionario de Albacete
(Del prólogo del
libro)