LAS
MURALLAS DE JERICÓ
Allí
sigue existiendo en Jericó, la ciudad más antigua de la humanidad, unos
vestigios de unas murallas que siglos tras siglos han sido destruidas y
derrumbadas. Al final sólo queda el Amor de Dios. Todo se acaba y se termina.
Permanece el Amor de Dios aún en medio de batallas, persecuciones,
destrucciones. ¿Existe algo que nunca se acaba y termina? Sólo el Amor de Dios
permanece.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres