LA
PISCINA DE SILOÉ EN JERUSALÉN
Me
he acercado a la piscina donde Jesús sigue curando a paralíticos y a todos nos
introduce en el Misterio del Amor que se ofrece incansablemente. Tirarse de
cabeza con la confianza de que Jesús nos espera, nos alienta y nos transforma.
La piscina nos sigue empujando a superar todas nuestras parálisis y el no
quedarnos en nuestros miedos y en nuestras tristezas.
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres