AQUELLA MIRADA EN TIERRA SANTA
Sus
ojos se clavaron en mi corazón, grandes ojos con una tristeza inmensa, su
pobreza extrema no daba lugar a dudas.
Sus
ojos se abrieron al preguntarle su
nombre. En el desierto, como beduinos, vivían a la intemperie, con pocos
medios. Sin embargo no le impedía disfrutar de lo mejor de la vida.
El
azul inmenso del cielo se reflejó en una tímida sonrisa. Pensaba que
probablemente nunca la volvería a ver, pero aquellos ojos inmensos en el
desierto, se abrieron a una sonrisa que sus labios trazaban como palomas de la
paz. Eran peregrinos del desierto buscando el Agua Viva.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres