Miércoles 17 de abril de 2019
Miércoles santo
Orar siempre conduce a vivir entregando la vida por amor. Es el sello de la autenticidad de la oración cristiana. Ninguno tan claro como este. Sabemos los dos corazones orantes que suben al Templo en la famosa parábola de Lucas.
El fariseo orante se queda en su propio yo y no da el paso al tu. Ni le interesa Dios que le queda lejos y mucho menos el ser humano al que solo mira para juzgar. Es una oración sin corazón. El pecador publicano se mete a Dios en el bolsillo por la humildad de un corazón bueno. No juzga. No se atreve mas que a confiar en el Dios de corazón abierto. Su oración es auténtica porque solo aman los humildes.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria Cáceres