lunes, 24 de diciembre de 2018

HOMÍLIA DÍA DE NAVIDAD 25-12-2018


MISA DEL DÍA DE NAVIDAD
HABITÓ ENTRE NOSOTROS

Jn. 1, 1-18

El prólogo de San Juan que la Iglesia lee siempre el día de Navidad, es la elaboración teológica del misterio del nacimiento de Jesús en Belén. En el fondo, lo resume en que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” El Señor se viene a vivir mi vida para que nosotros vivamos la suya. El admirable intercambio del que habla la liturgia en el prólogo de San Juan, destaca que el Verbo ha venido para que, haciéndose Dios visible, lleguemos más profundamente al Amor de lo invisible.
San Juan da a la Encarnación del Verbo una perspectiva llena de originalidad y de vida
Primero, destaca que al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios. Habla de que el Verbo es eterno como el Padre y que se viene a vivir nuestra vida como Palabra encarnada.
No sólo nos contempla necesitados de Redención, sino que se hace hombre con todas las consecuencias. No se queda cómodamente en una bola de cristal diciendo todo lo que se debería hacer y nada más.
El Verbo se hace carne, se pone manos a la masa y se lanza a vivir nuestra existencia porque todo lo humano es digno de ser vivido porque todo lo ha vivido Cristo, todo lo quiere y lo puede vivir Cristo en nosotros.
Segundo,  un teólogo actual alude a la virginidad perpetua de María, antes, durante y después del parto, cuando dice que lo que ha nacido no es fruto, “ni de carne, ni de sangre”. Entonces, si no ha nacido Jesús como todos nosotros ¿Cómo ha nacido? Por obra y gracia del Espíritu Santo. Es hoy afirmación y  desde el principio, que este es el sentir del Evangelio de San Juan de la divinidad de Cristo y que se expresa en el nacimiento virginal de María, pues como decían los santos padres si un niño naciese virginalmente sería un milagro porque esto no se ha visto nunca, ni se verá después. Es único de Jesús, Hijo solo del Padre e Hijo solo de María, nacido virginalmente por obra y gracia del Espíritu Santo
Finalmente, el Evangelio de Juan, insiste en la humanidad de Jesús, de Aquel que ha puesto su tienda entre nosotros. Para un israelita poner la tienda, era ser de verdad uno de ellos, era  ser del pueblo, de su raza, totalmente como ellos con sus derechos y obligaciones.
Es divinidad de Jesús la que Juan confiesa sin ninguna ambigüedad. También, resalta que Jesús es cien por cien humano, no es apariencia humana, es verdaderamente humano con todas las consecuencias. Nacido de mujer, decía Pablo y hombre como nosotros.
DIOS DE DIOS, LUZ DE LUZ, con humanidad y Corazón humano como Redentor de todo el género humano.

+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres