( Imagen: Cristu Benditu, Guijo de Granadilla)
A orar se aprende orando, como a vivir viviendo y a amar amando. No existe otro camino.
Teorizar sobre la oración sin lanzarse de cabeza, es como el que quiere nadar y no se tira al agua.
Cada dia el Espiritu Santo viene en nuestra debilidad y nos enseña a orar en nuestra pobreza. No existe una oración perfecta, existe la oración verdadera que es aquella que amamos hasta el final.
A veces en medio de la pobreza de miles de distracciones podemos decirle al Señor nuestro amor incondicional, como María canta el Magnificat.
Obispo de Coria Cáceres