VIERNES SANTO
PASIÓN DEL
SEÑOR
TE QUIERO
Cristo crucificado es la
mayor declaración de Amor de Dios a la Humanidad. Es el “Te quiero” de la Trinidad. Es el Tesoro que guardaba el Padre y
que nos ha regalado plenamente entregando a su Hijo a “una muerte y muerte de cruz”, para que tengamos vida y la tengamos
en abundancia y que ha venido a salvar “lo que estaba perdido”.
Tres claves que destacan en
la Pasión de Cristo narrada por San Juan y que son como el sello del
evangelista que lo borda como “guía del místico”. Si Marcos es la guía del
catecúmeno, Mateos el guía del catequista y Lucas el guía del evangelizador.
San Juan es el guía del místico y lo narra en la Pasión, en esta clave del
Misterio de Dios que la Iglesia proclama en todos los Viernes Santo de la
historia.
¿Cuáles son las tres claves
de la Pasión del místico San Juan?
1.
PASIÓN
DEL CORAZÓN . Parece
como si a San Juan no le diera mucha importancia a los sufrimientos físicos de
Jesús. Le duele más y le llega mucho más y por eso narra los sufrimientos del
corazón, del interior de Jesús en la Pasión. Por eso, por ser contemplativo nos
presenta un Jesús manso y humilde que busca consuelo en los amigos que duermen
y se entristece por la traición del amigo; que suda gotas de sangre ante lo que
se le viene encima.
El
místico San Juan, que como decía Evagrio Póntico “escribió su Evangelio
recostado en el pecho de Jesús”, introduce en sus sentimientos más profundos.
Su corazón dolorido, como volviendo a reflejar al final de la vida de Jesús lo
que ya había presentado al principio, en su prólogo: “Vino a los suyos y los
suyos no le recibieron”.
2.
PASIÓN
POR ESTAR HERIDO DE AMOR. Desde el principio nos
presenta al Cordero que quita el pecado del mundo. Manso y Humilde de Corazón,
abierto hasta el final, Jesús se ve que está herido de Amor cuando abra su
Costado un soldado. Saldrá, de su herida, sangre y agua, expresión de su amor,
que dará lugar al nacimiento de la Iglesia, su Esposa, a la que se pertenece
por el agua del Bautismo y se vive en plenitud por la sangre de la Eucaristía.
3.
PASIÓN
Y VIDA RESUCITADA. San Juan no expresa la resurrección
para dar signos y datos de la Resurrección. Aquel que le dijo a la Samaritana: “Tengo sed”, lo vuelve a repetir en la
cruz y, ahora, se convierte en fuente de Agua Viva que salta hasta la vida
eterna ¿Acaso, para Juan, el agua no está simbolizando el Espíritu Santo y no
espera a Pentecostés para decirnos que Jesús lo entrega ya todo en la cruz? Por
eso, es propio de San Juan “entregar el Espíritu” mientras los evangelistas
sinópticos dicen que “Jesús expiró”.
Ese
costado abierto que Jesús volverá a invitarnos a que lo contemplemos Vivo y
Resucitado, “mirad mi costado….”. Siempre, cuando meditamos la Pasión de
Cristo, encontramos en Juan que detrás de la muerte viene galopando la
resurrección y la vida. El Amor no muere nunca. Él vive para siempre en los
caminos de la vida y de la historia.
+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres