lunes, 26 de marzo de 2018

JUEVES SANTO 2018- MEDITACIÓN HOMILÍA

           MEDITACIÓN DEL EVANGELIO 
                          JUEVES SANTO
AMOR EXTREMO

El Jueves Santo la misa de la Cena del Señor nos trae a la memoria los cuatro grandes regalos que nos hizo el Señor en el cenáculo.
Primero, el regalo de la Eucaristía. “Tomad y comed, esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros”. Segundo, unido indisolublemente a la Eucaristía, el sacerdocio; “Haced esto en memoria mía”. El tercer regalo es el mandamiento del amor, donde el Señor nos manda que amemos a los demás con su mismo Corazón: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. Casi nada. Todos estos regalos que expresan su Amor extremo están expresados simbólicamente en el gesto del lavatorio de los pies, que nos habla de “habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo”. Un amor que nos habla de la humildad de Jesús, de ponerse a los pies de una humanidad a la que salva con la entrega de su vida. No se puede amar si no nos ponemos de rodillas delante de la humanidad, como Jesús, con una profunda humildad. Los soberbios nunca aman, se aman a sí mismos. Sólo la humildad es el camino de Jesús, de un amor que se pone de rodillas.
Este día, tan significativo, nos recuerda tres corazones frente a Jesús que expresan tantas maneras de situarse ante Jesús en su pasión, muerte y resurrección.
El primero es Juan, el discípulo amado, que expresa el que vive en esa interioridad profunda con Jesús Vivo en la Eucaristía y que le lleva a digerir hasta el final la cruz. Es el único apóstol que permanece con María junto a la cruz. Sólo podemos aceptar el escándalo de la cruz cuando vivimos el Corazón Eucarístico de Jesús que nos ayuda hasta llegar al final.
El otro apóstol es Judas, el mayor sufrimiento de Jesús en la Pasión. El drama de Jesús es cómo ayudar a “uno de los suyos” cuando lo ve día a día cómo, a pasos agigantados, se hunde en el abismo, en el egoísmo desmedido, en el pecado de avaricia y no puede hacer nada si él no quiere ¿Cómo ayudar a los que no quieren ser ayudados? ¿Cómo amar a los que no quieren ser amados? Jesús, hasta el final, le ofrece el Corazón abierto de su amistad, pero parece que no es fácil volver al Hogar del que siempre nos abraza y perdona.
El tercer protagonista es Pedro, que como buen judío entiende que hay que morir matando por una causa justa, cortándole la oreja al centurión y con la violencia que sea precisa. Pedro debe aprender de la “revolución de la toalla”, de ponerse humildemente a los pies y de la “revolución de dejarse salvar” por el único Salvador que existe que es Cristo. Pedro, sólo comprende el verdadero rostro de Dios cuando le ve en su humildad crucificado y, además, muere perdonando.


+Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres